por Vito Amalfitano
“Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro…”, escribio el maestro Eduardo Galeano.
La “linda jugadita” apareció. Y se hizo el milagro. Pero no le alcanzó a Aldosivi.
¿Tenemos que resignarnos a que el fútbol sea solo un instante?
Claro que no. Nunca nos resignaremos. Más bien nos entusiasmaremos cuando aparezca eso que mendigaba Galeano.
Este sábado, en el Minella, en realidad fue una gran jugada, bellísima, la mejor de Aldosivi en el campeonato. Y fue cuando solo se jugaba un minuto con 50 segundos. Nació en la mitad de la cancha y terminó con una notable definición de “Pitu” González, con una combinación perfecta con Nicolás Franco en el medio.
El problema grande de Aldosivi es que después de esa gran jugada,-que además lo puso arriba en el partido, de local, en el comienzo y ante uno de los peores equipos del campeonato-, no supo como ser dueño del trámite ni siquiera un solo momento más en el resto de la tarde.
Es decir, tuvo un instante, y en el resto del encuentro el equipo de Mar del Plata no supo administrar la diferencia a favor con un mínimo de orden. Aldosivi no dominó nunca y fue superado por un Flandria limitadísimo que, como confesó el técnico de Aldosivi Walter Perazzo, se sabía que iba a jugar “a la segunda pelota”, a un pelotazo para los delanteros y explotar un posible rebote u otra falla defensiva del rival. De esos errores hubo mil, pero también producto de una entrega absoluta del mediocampo.
Es malo que un equipo no tenga respuestas cuando se encuentra con un resultado desfavorable. Es grave y casi inexplicable que un equipo no tenga reacción cuando se encuentra ganando, y dos veces.
Sin funcionamiento, sin reacción y sin ideas, la ausencia de Fernando Telechea para Arnaldo “Pitu” González,-el único jugador que se salvó del reprobado-, fue solo un agravante de la situación, nunca una causa.
Aldosivi fue solo un instante. Una bellísima jugada. Después vino el abismo.